Vistas a la página totales

miércoles, marzo 10, 2010

El Leon y el Mosquito

Erase una vez, en lo mas profundo y espeso del continente moreno, que habitaba un León de magníficas caracteristicas. Fuerte, robusto, enhiesto, pero por sobre todo tranqüilo y orondo. Gobernaba la comarca con enorme sapiencia, ecuanimidad, justicia y pundonor.

Todos los animales, vale decir toda la fauna Africana, le rendía honores y pleitecía porque su prestigio era tal que nadie osaba cuestionar su autoridad.

Todas las bestias, sin excepcion se rendían ante su liderazgo indiscutible;

Rinocerontes, Jirafas, Hipopótamos, Cebras, Hienas, Puerco Espines, Liebres, Conejos, Zorros, 

Tucúqueres, Lechuzas, Buhos, Chunchos, Pelícanos, Golondrinas, Loicas, Queltehues, Tiuques, Aguilas, Cernícalos, Cóndores, Buitres, 

Mamots, Dinosaurios, Brontosaurios, Tiranosaurios Rex, 

Perros, Gatos, Caballos, Vacas, Toros, Bueyes, Potros, Mulas, Borricos, Ovejas, Cabras, 

Llamas y Auquénidos en general,

 Arácnidos, Insectos, Peces, y todos los individuos de las especies, tanto existentes como extintas, reconocían la autoridad de El Rey.

Gobernaba con gran acierto. Pero toda realidad ha de tener sus bemoles. Tal como el Sol tiene manchas, este panorama paradisíaco no podía ser perfecto. 

Es así como de pronto apareció un Mosquito. Un miserable mosquito que con ínfulas extraidas de su desviada mente, y de libros muy inconvenientes, de autores como Diderot, D´Alambert, Rousseau y Voltaire, no se le ocurrió nada mejor que intentar un Golpe de Estado. 

Para colmo de males, el Mosquito pertenecia a una Logia Masónica, instrumental, claro, como "otra" de triste y abyecta memoria. 

En esta logia  ostentaba el rango de Venerable Maestro. Maquinaba distintas estrategias para socavar el prestigio y apoyo incondicional, podriamos decir universal, que El Rey tenía.

El Mosquito, sabiendo que la tarea era muy magna, se dedicó a leer.

Estudio detalladamente El Arte de la Guerra de Sun Tzu. Le opuso toda la sabiduria de ese clásico al Rey. 

Mas no sabia el Mosquito que El Rey dominaba plenamente los conceptos de "El Príncipe" de Maquiavelo.

Ahi aparecía el Mosquito todas las tardes a revolotear alrededor de los oidos del Monarca. Este apenas notaba su presencia. Lo miraba como con pena, con una profunda bondad pensaba en su fuero interno. "Pobre Mosquito, dejaré que se pase todas las películas que quiera, total, si eso lo hace feliz, que me cuesta."

Descuidóse el Rey por subestimar las capacidades comunicacionales del Mosquito. Este revoltoso se acercó a los representantes de varias especies y empezó a sembrar la cizaña. El Rey se empezó a inquietar una vez que le dijo al Hipopótamo que tuviera un poco mas de cuidado cuando se tiraba piqueros en el rio porque le salpicaba el agua.

El Hipopótamo le contestó que se fuera al carajo, que sus indicaciones le tenían sin cuidado, rubricando la insolencia con una evocación a la Reina Madre Leona. 

Por otro lado, el incidente con el Rinoceronte fue la gota que rebalsó, que colmó la real paciencia. 

En dos palabras, para espanto de los amables lectores, les cuento que el Rinoceronte tenia una fragancia demasiado penetrante cuando movia intestinos. Esto era debido a que comia puras porquerias, sobre todo abundantes legumbres. 

Tenia la pesima costumbre de comer por ejemplo porotos con sandía, ingentes cantidades de chicharrones con enormes porciones de ensaladas de ajo y cebollas crudas, sin amortiguar, desde luego.

Bueno, comprenderán que la insolencia no la pudo tolerar, aquella vez que El Rey le dijo al Rinoceronte que porque no mejoraba un poco la calidad de la dieta porque tenía la selva con un hedor repugnante.

Fíjense que en lugar de contestarle platicando, como todo ser civilizado, esperando el Rey que le diría que su recomendación era una orden, que cambiaría de inmediato esta conducta que importunaba al Monarca, y que se lo agradecía, por cuanto se daba cuenta que era por su propio bien, giró en cambio, en ciento ochenta grados, y le dió por réplica el mas ordinario de los gases que imaginar se puede, no tanto por su fragancia, sino por el volúmen y duración, fue escuchado al otro lado del río y sobrepasó largamente los dos minutos. 

El Rey entonces, un tanto molesto, decidió movilizar como 0,2% de su fuerza física para poner fin a los aires de subversión que se propagaba por la selva como reguero de pólvora. 

Esperó pacientemente que esa tarde, a la hora del ocaso, poniéndose  en el horizonte el astro de la canícula, apareciera el Mosquito a importunar. El Rey entreabrió imperceptiblemente la esquina del párpado izquierdo.

Permitió así que tenues rayos de luz ingresaran a su retina por el sector de la visión periférica. En el momento preciso, sin siquiera incorporarse, levantó su zarpa y con la garra mas chica, la del dedo meñique, atravesó al Mosquito en pleno vuelo. 

Todas las demas bestias se enteraron de la medida disciplinaria que habia aplicado El Rey, y con santo pavor desecharon toda idea de sublevarse.

El propio Hipopótamo llegó al dia siguiente con óbolos y dádivas para recuperar el aprecio y proteccion del indiscutido Monarca. El Rinoceronte se excusó, pidió clemencia y cambió por completo la dieta, para siempre. 

Y así siguieron viviendo bajo el espejismo que así sería hasta el fin de los tiempos, teniendo El Rey muy claro su rol, y al popular nunca mas se le ocurrió cuestionar el orden establecido porque era el que mas les convenía. 

Del ese Mosquito, nadie más se acordó jamás. 

Sin embargo, era cosa cosa de tiempo, porque otros especímenes de la selva superaron ese orden establecido e inexorablemente se abrieron grandes alamedas donde pasa la fauna libre construyendo una selva mejor.

MORALEJA Nunca confunda una batalla con la guerra, ni vaya a creer que una golondrina hace el verano.

Obviamente la subversion finalmente triunfó, al subestimar el León la dinamica de los procesos y la temporalidad de las formas.


Luis Gumucio

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Buscaba la fabula de La Fontaine con este titulo y me encuentro con un relato cautivante y entretenidísimo.

Felicito con gran entusiasmo al autor Nepo. Este cuento es mucho mas entretenido que el que buscaba.


Sebastian Gonzalez
Colombia

Anónimo dijo...

Leí el blog completo y celebro la singular calidad de los relatos. Insto al señor Gumucio que aborde la actividad literaria de manera decidida y vigorosa. El éxito mundial sería notable.

Adalberto Préndez
Costa Rica